jueves, 30 de mayo de 2013

Desfile de exalumnos Liceo Gregorio Cordovez año 1971

Una foto que conmueve. Desfilan cientos de alumnos la columna de ex alumnos se extiende por cuadras y cuadras...




Libros escritos por alumnos y docentes el liceo Bicentenario Gregorio Cordovez

Nuestra herencia..

Profesor Alfonso Calderón y parte de su obra.

Alumno Roberto Flores Álvarez.

Firma libro de visitas Salas de Patrimonio Liceo Bicentenario Gregorio Cordovez



Visitas Salas de Patrimonio Liceo Bicentenario Gregorio Cordovez


Señor Osven Olivares compartiendo sus conocimientos.
Señor Arturo Volantines.

Salas de Patrimonio Liceo Bicentenario Gregorio Cordovez 2013



Víctor Domingo Silva

Víctor Domingo Silva
Imagen tomada de Memoria Chilena.

Poeta, novelista, cuentista, dramaturgo y periodista, Víctor Domingo Silva nació el 12 de mayo de 1882 en Tongoy. En 1901 arribó a Valparaíso, ciudad en la que permaneció por espacio de 15 años. El Puerto, por esa época, bullía de actividades culturales atrayendo a muchos artistas e intelectuales de otras provincias. Víctor Domingo Silva participó activamente en las tertulias de la época junto a Carlos Pezoa Véliz, Augusto D'Halmar, Daniel de la Vega, Ernesto Montenegro, Zoilo Escobar y Gustavo Silva Endeiza, entre otros. Junto a otros escritores fundó el Ateneo de la Juventud de Valparaíso, la Universidad Popular y se desempeñó como periodista de El Mercurio de Valparaíso, en donde escribía con el seudónimo de Cristóbal de Zárate. Además trabajó como periodista en varios diarios de la época como La Provincia de Curicó, del que además fue fundador, El Tarapacá y La Nación, entre otros.

Catalogación y conservación del Archivo Hans Niemeyer


Hans Niemeyer en el valle de Camarones.
Fotografía tomada de Scielo.cl

Por Paloma Mujica González, Adriana Sáez Braithwaite  y Doris Valdeavellano Torres.

Introducción

Este artículo relata cómo un conjunto de documentos textuales y visuales se convierte en un archivo organizado capaz de entregar la información que contienen a los investigadores que la requieran.

Este archivo no estaría al servicio de la comunidad si no fuera por la participación de una serie de personas e instituciones que lo hicieron posible.

En primer lugar, la donación generosa que hizo don Hans Niemeyer Fernández de su archivo y biblioteca personal al Estado de Chile, específicamente al Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), del cual fue su director entre los años 1982 y 1990. El Museo, por su parte, al acoger la donación firma un convenio con el donante en el cual se especifica que “será obligación del Museo habilitar un espacio donde se pueda instalar, conservar en buen estado y consultar la colección en comento debiendo reglamentarse las condiciones para su uso por el público”. Destina entonces dos salas especiales para albergar el archivo y en conjunto con el Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR) diseñan y ejecutan un proyecto para la catalogación y conservación de los materiales, el cual fue financiado por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM) y la Fundación Andes.

Un archivo no se considera tal si no se puede consultar, ya sea porque no es posible acceder a la información a través de un sistema de descripción (catalogación y clasificación) o porque la organización y condición física de los materiales no lo permite o puede significar un riesgo para su integridad. Por lo tanto, la constitución de un archivo a partir de este conjunto de documentos producidos durante toda la vida profesional de don Hans Niemeyer implicaba tanto su descripción como su organización física y su conservación.

Es importante destacar que el trabajo, en este caso, contaría con la valiosa e insustituible colaboración del propio señor Niemeyer, generador de la documentación, lo cual aportaría una mayor cantidad y calidad de información para el procesamiento de los registros. Se transformó así en un proyecto emblemático debido al origen de la creación de este archivo y un modelo digno de imitar ya que en innumerables casos se han perdido o dispersado los documentos de trabajo de connotados científicos y, en forma más general, de diferentes actores de la vida nacional que representan un aporte intelectual indispensable para el estímulo y desarrollo de las diferentes áreas del conocimiento y de nuestra identidad cultural.

El valor de este archivo

Don Hans Niemeyer Fernández es uno de los más destacados investigadores nacionales en el campo de la arqueología. Durante 60 años se ha dedicado al estudio y comprensión de la prehistoria y la arqueología chilena, para lo cual recorre los más alejados rincones del territorio nacional, especialmente la región árida y semiárida del país. Su contribución al conocimiento del patrimonio arqueológico es extensa, profunda y de gran relevancia para el estado actual de la disciplina, lo que le significa un merecido reconocimiento por parte de diversas organizaciones e instituciones científicas, tanto nacionales como extranjeras. Sus numerosos aportes a la historia cultural, a los estudios de asentamientos y de arte rupestre se encuentran recogidos en una profusa producción escrita, como artículos científicos, monografías especializadas y libros. Su gran capacidad de comunicación y la enorme motivación social que inspira su trabajo científico lo han transformado en uno de los más importantes divulgadores de nuestra historia prehispánica, situación que se manifiesta con la publicación de numerosos trabajos de difusión y en la presentación de innumerables conferencias y charlas que, dictadas a lo largo del país, se han dirigido a una gran diversidad de público. 

Como ingeniero, geógrafo e incansable viajero, se destaca además por los significativos aportes que realiza en el campo de la hidrología y geografía de Chile. Sus minuciosos registros de cuencas, valles, desiertos, portezuelos y sierras, así como de tantos otros elementos que moldean el paisaje nacional, representan una valiosa documentación para la investigación en las más variadas disciplinas.

Entre los cargos públicos ejercidos por este destacado investigador cabe mencionar su activa participación como socio fundador de la Sociedad Chilena de Arqueología, la cual preside durante varios períodos; la dirección del MNHN entre los años 1982 y 1990 y su papel fundamental como docente de varias generaciones de arqueólogos a través de su participación académica en el Departamento de Arqueología (Antropología) de la Universidad de Chile.

Contenido del archivo

Las principales áreas y líneas temáticas presentes en este archivo documental son:

Exploración de recursos de agua: Por 20 años se dedica a esta actividad por placer personal y para cumplir misiones encargadas por la Dirección de Riego del Ministerio de Obras Públicas. Consisten en exploraciones a caballo por las principales cuencas hidrográficas de Chile. Destacan sus expediciones al lago Chungará y río Lauca; aprovechamiento de las cuencas cerradas de Copiapó (salar de Maricunga, laguna del Negro Francisco); estudios de contaminación del Loa y del Lluta; estudios de canales y embalses como Laguna del Dial (Talca); canal de Chile Chico. Uno de sus mayores logros lo representa la publicación del libro “Cuencas Hidrográficas de Chile” en coautoría de Pilar Cerecera. Estas exploraciones lo ponen en contacto con la arqueología, en especial con el arte rupestre, que en muchos casos es registrado por primera vez por un científico.

Arte rupestre: El archivo cuenta con la mayor y mejor colección gráfica de arte rupestre chileno, desde Arica hasta Chile Chico. Es descubridor de las famosas pictografías de la Sierra de Arica, de los petroglifos de Camarones, Codpa, Loa, Médano, cueva del río Pedregoso y muchas otras. En el libro “El Arte Rupestre Chileno”, escrito conjuntamente con Grete Mostny, formularon ocho estilos de este arte en nuestro país.

Valle de Camarones: Junto a Virgilio Schiappacasse realizan 26 expediciones a este valle que incluyeron reconocimientos a caballo, levantamientos topográficos de los principales pucaras; estudio de conchales de la cultura del anzuelo de concha, etc.

Valle de Copiapó: Desde 1968 hasta hoy desarrolla estudios en este valle, a los cuales se incorporan Miguel Cervellino y Gastón Castillo. Inicia sus investigaciones en el complejo metalurgista de Viña del Cerro y luego las amplía a docenas de sitios de distintos períodos, incluyendo Iglesia Colorada, lugar donde arriba Diego de Almagro con su extenuada expedición española en 1535. Recientemente publica junto a sus colegas un libro con los resultados de estas investigaciones.

Arcaico Costero: Explora y estudia los asentamientos prehispánicos costeros, abarcando Guanaqueros, Romeral y Bahía Coquimbo desde La Herradura hasta Punta Teatinos. Este último cementerio destaca por el hallazgo de 211 individuos pertenecientes al período Arcaico Medio y Tardío, pacientemente excavados por un equipo interdisciplinario al que concurren Virgilio Schiappacasse y Silvia Quevedo, estudio que se ha constituido en uno de los trabajos clásicos sudamericanos sobre este tema. Explora, finalmente, las islas litorales de Damas, Choros, Chañaral y Gaviotas.

Balsa de cuero de lobos: Haciendo suya una idea planteada originalmente por Jorge Iribarren Charlín, del cual se siente discípulo, en 1965 consigue que uno de los últimos changos vivientes le construya una balsa de cuero de lobos, siguiendo las técnicas antiguas ya completamente perdidas. Puede así registrar y fotografiar todos los detalles de su manufactura, publicar los resultados y dotar al museo regional de este producto etnoarqueológico.

Exploración del Camino del Inca: Luego de los hallazgos incaicos que efectúa en el valle de Copiapó, le surge el interés por la vialidad. En 1980-1981 encabeza dos exploraciones al Despoblado de Atacama que cubren el tramo Peine- Aguada de Puquios y desde ésta hasta Aguada del Juncal, quedando recogida su experiencia en un hermoso libro, profusamente ilustrado.

Levantamientos topográficos: Basándose en sus estudios de ingeniería, introduce en la arqueología chilena un nuevo nivel de precisión en el mapeo de los sitios, especialmente aplicado a poblados y aldeas con arquitectura pétrea. Asimismo, integra esta disciplina en la Carrera de Licenciatura en Arqueología de la Universidad de Chile.

Dibujos arqueológicos: Es imposible hablar de la obra de don Hans Niemeyer sin referirse a sus magistrales dibujos. Su paciente trabajo en conjunto con Jorge Bórquez les ha permitido generar un material gráfico de alta calidad para la ilustración de sus artículos y libros.

Todos estos registros se encuentran contenidos en diferentes soportes, como son los 198 cuadernos de campo, 11.813 diapositivas, 11.098 fotografías en papel (con sus respectivos negativos), 1.264 dibujos originales, 400 planos y 853 documentos. La donación también contempló su biblioteca personal constituida por 359 libros de su autoría y libros de referencia para sus estudios, una colección de publicaciones periódicas y folletos. Es importante destacar que este es un archivo abierto puesto que don Hans Niemeyer continúa con sus investigaciones y deberá incorporarse con el tiempo su nueva producción.

Procesamiento técnico de la colección.

El procesamiento técnico de la colección consistió en catalogar conforme a las normas internacionales de descripción bibliográfica, clasificar por materias y preparar la colección para que pueda ser usada en forma fácil y expedita por los investigadores.

Como se señaló anteriormente, la donación está compuesta por distintos tipos de materiales que dada su variedad y especificidad hizo necesario la formación de un equipo multidisciplinario integrado por arqueólogos, bibliotecarios y conservadores quienes en conjunto analizaron y determinaron la mejor forma de afrontar la organización del archivo, las etapas del proceso, el sistema de catalogación y clasificación que se usaría, la necesidad de normalización del vocabulario para los descriptores, así como decidir los sistemas de almacenamiento más adecuados.

Los principales acuerdos tomados fueron los siguientes: 
  1. Que los materiales con contenidos muy especializados, tales como los cuadernos de campo, fotografías, diapositivas y dibujos, los procesaría la arqueóloga luego de haber sido capacitada en catalogación y clasificación por parte de la bibliotecaria, quien a su vez procesaría los demás materiales y supervisaría el trabajo total para velar por la normalización de los descriptores y los registros.
  2. Que el trabajo se iniciaría con los cuadernos de campo, por contener información de primera fuente relacionada íntimamente con el resto de los materiales.
  3. Que la catalogación, que es la descripción física del material, fuera detallada con el fin de dejar constancia de cada uno de los detalles del ítem trabajado. Para este proceso se diseñó una hoja de trabajo y se estipuló que en el campo de notas se registrarían las hojas en blanco, dibujos, cuentas, etc.
  4. Que para la clasificación por materia se usarían descriptores para definir los temas de cada ítem. Se realizaron numerosas reuniones a fin de normalizar el uso de los descriptores, que son términos que representan un concepto y sirven para recuperar la información contenida en un documento, ya sea en forma manual o automatizada. Los descriptores los va creando el clasificador a medida que se va procesando el archivo, pero para que sean eficientes es indispensable normalizarlos, de modo de usarlos siempre de la misma manera en circunstancias semejantes. Para los lugares geográficos se acordó utilizar la nomenclatura establecida por el Instituto Geográfico Militar, los cuales se ingresaron por el nombre propio y luego el accidente geográfico: Camarones, valle; Camarones, quebrada, etc.

El software que se eligió para la base de datos fue el Programa Midas, una interfase del sistema MicroIsis, este último es un software para información bibliográfica creado por UNESCO y distribuido en Chile por CONICYT por un bajísimo costo. Con respecto a este tema, nos parece útil aclarar que los software son diseñados con diferentes objetivos y que para el ingreso de datos de un archivo o biblioteca, los programas usados comúnmente en las oficinas como Exel y Access no son los más apropiados puesto que tienen restricciones para la recuperación de la información. Esta facilidad la tienen los sistemas bibliográficos como el que se menciona, que ahora en su última versión se instala en ambiente Windows (WinIsis) e incluso posibilita el ingreso de imágenes.

La última fase del proyecto consistió en el entrenamiento de las personas que se hicieron cargo del Archivo en el Museo y la elaboración de un Manual de Procedimientos que contiene todos los acuerdos e instrucciones para quienes procesen los materiales que se ingresen con posterioridad.

La base de datos quedó respaldada en disquetes y se imprimieron tres copias del catálogo que quedaron en poder del donante, el Archivo Niemeyer y la biblioteca del MNHN.

Conservación de los documentos
Acondicionamiento de las salas

El Museo Nacional de Historia Natural destinó dos recintos cerrados (9 m2 cada uno) en el sector ocupado por el Laboratorio de Arqueología y Medio Ambiente para implementar un depósito para el archivo y una sala de consulta anexa a éste.

Se dedicó especial atención al depósito que albergará la documentación. Luego de llevar a cabo mediciones ambientales, se repararon las ventanas, se mejoró su hermetismo por medio de cintas de esponja y se les colocaron mosquiteros. Para disminuir la excesiva iluminación natural (orientación oriente) y las fluctuaciones térmicas y de humedad relativa, producto de la insolación a ciertas horas del día, se instalaron cortinas black-out. El depósito, al estar ubicado en el último piso del edificio, tiene temperaturas altas en el verano, por lo cual se instaló un ventilador de aspas para permitir el movimiento del aire durante este período.

Luego de reparar los pisos se instalaron muebles especiales para cada tipo de obra: estanterías adosadas a los muros para los libros, revistas y cajas con documentos; tres planeras metálicas con base y ruedas para los planos y dibujos, las cuales se colocaron unas encimas de las otras, separadas por un material antideslizante para evitar su movimiento en caso de sismos; un mueble importado especial para el almacenamiento de las diapositivas y cinco tarjeteros metálicos con base y ruedas para las fotografías en papel.

La sala de consulta quedó habilitada con una mesa y sillas para los investigadores, computador con impresora, estantería para los catálogos impresos y el material de oficina y una vitrina que se diseñó para la exhibición de objetos donados por don Hans Niemeyer como, por ejemplo, su primera brújula forestal.

Conservación y almacenamiento

Los materiales habían sido conservados con cuidado y en forma ordenada por el propio don Hans Niemeyer así es que estaban en general en buen estado; sin embargo, se tuvieron que llevar a cabo diversos procedimientos para su conservación a largo plazo, en muchos casos debido a las características y calidad propia de los materiales.

Se diseñaron y diagramaron dos tipos de fichas clínicas que debían reunir la mayor cantidad de información, una para obras planas (planos y dibujos) y la otra para los documentos, en estas últimas se ingresaron los datos de los documentos, libros y folletos. Cada ficha contempló la identificación de la obra, el estado de conservación, el diagnóstico, la propuesta de tratamiento y almacenamiento.

Documentos

Los papeles sueltos, no encuadernados, como los documentos manuscritos, mecanografiados e impresos como informes, separatas, folletos, etc., fueron sometidos a una limpieza superficial con brocha y almacenados en carpetas confeccionadas con cartulina libre de ácido marca Hammermill de 176 g/m2 en cajas de conservación. Se eligió el formato de los documentos de tamaño mayor para estandarizar las dimensiones de las carpetas y las cajas que irían colocadas en las estanterías.

Fotografías en papel

Las fotografías, el 90% en colores, tienen formatos estándar de máximo 10x15 cm. No requirieron ningún tipo de tratamiento especial, fueron identificadas con una etiqueta colocada en su reverso, protegidas individualmente en sobres libres de ácido confeccionados con papel libre de ácido Hammermill Bond de 104 g/m2 y almacenadas en un mueble tarjetero de gavetas de 5”x 8”.

Negativos

La mayor cantidad de negativos existentes son de 35 mm, pero también existe un número menor de negativos de 6x6, de 6x9, de 12x7 y de 12x9. Los negativos de 35 mm que estaban en contenedores inadecuados de diferentes formatos fueron almacenados en tiras de 6 imágenes en mangas de polietileno y en sobres libres de ácido de 25 cm de largo. Para los negativos individuales de mayor formato, se hicieron sobres del mismo largo pero con separaciones cosidas a mano. Todos los sobres se guardaron en cajas del mismo tamaño, confeccionadas especialmente.

Diapositivas

Las diapositivas no requirieron ningún tratamiento de conservación, fueron identificadas con una etiqueta colocada en el marco de la diapositiva y luego almacenadas en un mueble especial para ellas.

Planos

Todos los planos se sometieron a una limpieza superficial, con brocha y con borrador en migas y con un material importado llamado“dry-cleaning sponge”. Los planos en papel diamante fueron además limpiados utilizando hisopos con alcohol. Todos los planos se encontraban enrollados y fue necesario aplanarlos antes de su almacenamiento. Debido a la diferente materialidad de sus soportes, se utilizaron dos métodos diferentes:

Planos en papel diamante, poliéster y tela

Luego de la limpieza, se intentó aplanarlos únicamente con peso, prensándolos entre papel libre de ácido por una semana, pero este sistema no dio los resultados esperados pues los planos tendían a recuperar su forma enrollada. Se enrollaron entonces en sentido inverso al cual se encontraban originalmente y se dejaron así durante tres días, finalmente se soltaron y se dejaron estirados colocándoles peso para su definitivo aplanamiento. Este sistema funcionó perfectamente ya que se aplanó el 100% de los planos con este tipo de soportes, los cuales no podían ser humectados debido a las características del material.

Planos en papel, originales y copias

Para los planos en papel se optó por un sistema que ya se había probado anteriormente en materiales enrollados y difíciles de aplanar. Éste consiste en usar como cámara de humectación masiva un rack de secado cubierto con polietileno, colocando abajo un recipiente con agua caliente. Previo a este proceso se probó la solubilidad de todas las tintas y aquellas que resultaron solubles, fueron fijadas con lápiz Polychromos Faber Castell Weiss White, que luego del proceso se retiró con borrador. Finalmente, los planos se retiraron de la cámara y se colocaron entre secantes y bajo peso para su aplanamiento.

A un 10% del total de planos fue necesario eliminarles manchas, restos de cintas y de adhesivos, así como reparar los rasgados.

Se recuperaron 400 planos de diversos formatos, los más grandes miden 180 x 240 cm.

Dibujos

Algunos de los dibujos, realizados en tinta china sobre papel de buena calidad (también existe una cantidad de fotocopias de estos dibujos), se encontraban pegados a un segundo soporte de cartulina, situación que se mantuvo porque allí está registrada importante información original manuscrita y mecanografiada. Todos los dibujos fueron sometidos a una limpieza superficial con brocha y borrador en migas.

Almacenamiento de los planos y dibujos

Para almacenar estos materiales se decidió protegerlos individualmente en carpetas de conservación y organizarlos en planeras. Para ello se evaluó tentativamente la cantidad a almacenar por cada bandeja y se distribuyeron según sus tamaños, estandarizándolos en cuatro formatos.

Los dibujos se colocaron en la planera superior debido a su menor formato y los planos en las dos planeras inferiores. Con ello se facilita el acceso y búsqueda del material almacenado, ya que los formatos más grandes se ubican en las zonas inferiores, por ende su manipulación no representa un riesgo ni para el material almacenado ni para el personal.

Se determinó subdividir en secciones de 1/6 , 1/4 y 1/2 los cajones de 85x126.5 cm de las planeras, con separaciones de cartón microcorrugado forrado en papel libre de ácido. Estas divisiones deben permanecer fijas, para así evitar que el material se desordene, mezcle o se cambie la ubicación definitiva dentro de cada cajón.

Se realizaron carpetas Jumbo en cartón Crescent para almacenar los planos de mayor tamaño en donde se agruparon una cantidad de 10 a 12 planos por carpeta separados entre sí por láminas de entretela.

El trabajo de análisis de los espacios disponibles por cada bandeja estuvo continuamente modificándose porque no se contaba con una cifra o cantidad fija definida previamente. Finalmente todos los números de catalogación de los planos tuvieron que cambiar, ya que al catalogar no se tomó en cuenta la diversidad de formatos pues todo el material se encontraba enrollado, lo que dificultaba enormemente el procesamiento y verificación de las dimensiones y por otro lado no se podía comenzar a restaurar sin tener primeramente identificado el material con su número de registro.

Todos ellos quedaron almacenados en sus carpetas y bandejas con sus respectivos números de catalogación.

Para los planos que superaban el formato de las planeras, se diseñó otro tipo de contenedor, los que se confeccionaron en cartón microcorrugado blanco, agrupando cuatro planos por caja de conservación.

Cuadernos de campo

Nueve cuadernos de campo tenían problemas fundamentalmente en las encuadernaciones, como la inexistencia o desprendimiento de las cubiertas, los cuales se sometieron a un proceso de restauración. Los cuadernos de campo se almacenaron en cajas de conservación confeccionadas especialmente según su formato colocando 10 cuadernos de campo en cada caja.

Libros

Todos los libros fueron sometidos a una limpieza superficial con brocha. Cuarenta y cinco libros tenían problemas en las encuadernaciones, las cuales fueron restauradas. Cada situación era diferente por las características de la encuadernación y, por lo tanto, el tipo de intervención aplicado fue una solución específica a cada caso. Quedaron almacenados en las estanterías abiertas de madera, se identificaron con un timbre en la portada mandado a hacer especialmente y con un marbete en el lomo.

Conclusiones

El trabajo coordinado de diferentes especialistas y de varias instituciones hizo posible la creación de este archivo que se encuentra desde mediados del año 2001 disponible y accesible a todos aquellos que quieran consultarlo y a resguardo de factores de riesgo que puedan amenazar su integridad.

La donación de este valioso archivo y su organización hace posible que el MNHN cuente con un nuevo potencial de servicio a la comunidad y a los propios especialistas del museo. Asimismo ha entusiasmado a otros investigadores para hacer entrega de sus archivos personales al Estado de Chile y de esta forma aportar su producción intelectual al patrimonio nacional.

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En: Dibam

Trabajando sala patrimonio Liceo Bicentenario Gregorio Cordovez

Reabrimos para el aniversario de nuestro liceo y para el día del patrimonio nos sumamos abriendo una nueva sala, hemos ido redescubriendo tanta historia. Muchos se han sumado esta es sólo una muestra...

Señorita Katheryne Mondaca, profesora de Historia y Geografía.

Liceo Bicentenario Gregorio Cordovez en el camino de la recuperación de su patrimonio

Visita al cementerio de La Serena Ex alumnos y Alumnos de 7° Básico.



jueves, 23 de mayo de 2013

Hans Niemeyer Fernández


Hans Niemeyer Fernández.
Imagen tomada de Scielo.cl

In memoriam Hans Niemeyer Fernández - Don Hans (1921-2005), testimonio de Andrés Troncoso M.


Es difícil escribir una reseña en homenaje a Hans Niemeyer Fernández, Don Hans, por varias razones. Primero, porque sin duda alguna es una de las grandes figuras de la arqueología chilena, por lo que es mucho lo que se puede escribir al respecto. Segundo, porque no hay arqueólogo chileno que no lo conozca, por lo que no es tanto lo que se puede escribir sobre él que el resto no lo sepa. Ante este panorama creo que lo mejor es rememorar a Don Hans desde mis recuerdos.

Mis primeros encuentros con Don Hans fueron a partir de la bibliografía, cuando en los años de universidad e interesado en la arqueología del Norte Chico lo conocí por sus ya clásicos trabajos en Puerto Aldea, Huana y otros múltiples sectores del Norte Semiárido, que dejaban traslucir todo un esfuerzo, amor y entusiasmo hacia la arqueología en un tiempo en que, sin duda, en comparación a hoy, era bastante más difícil ser arqueólogo y hacer arqueología.

Tras ese primer encuentro bibliográfico, vino una segunda aparición, en este caso como memoria. Trabajamos en el curso superior del río Illapel en el marco de un proyecto Fondecyt cuando uno de nuestros amigos lugareños nos habla de Don Hans, quien había trabajado con el arte rupestre de este lugar hacía ya unos años. Ahora teníamos un amigo en común: Don Mario Tapia. Desde este momento dos cosas sucedieron. Primero, nació en mí una sospecha que luego se confirmó. Segundo, en cada terreno a Illapel donde veíamos a don Mario Tapia, venía la consiguiente conversación sobre Don Hans y el envío de saludos.

El tercer encuentro fue el definitivo, la corporización de Don Hans. Luego de leer y escuchar de él, tanto por quienes he nombrado como por toda la comunidad arqueológica, surge la posibilidad de ir a excavar a Iglesia Colorada en Copiapó. Fue ese el momento en el que realmente conocí a Don Hans. Uno puede leer muchas cosas de él, entrever otras tantas a partir de tales lecturas, pero creo que no es posible entender el tamaño de su figura sin haberlo conocido. Pienso que aquí de hecho radicará el principal problema de explicarle a las futuras generaciones la significación de Don Hans para la arqueología chilena; podremos contarles muchas cosas, explicar otras tantas y pasarles millones de artículos, pero nada de ello hará justicia a su persona, a su riqueza como ser humano y naturalista. Su legado traspasa las hojas escritas para poner en primera línea la pasión y el compromiso por la arqueología y el pasado; creo que esa es la lección más grande que él nos dio.

El cuarto encuentro fue el más reciente y ocurrió en un ámbito donde Don Hans fue a todas luces uno de los pioneros en Latinoamérica. Me refiero al estudio del arte rupestre. Sin duda alguna, cualquier periodización sobre las perspectivas de investigación con relación al arte rupestre en Chile se marca por un momento clave, antes y después de Hans Niemeyer. Fue su trabajo el que impulsó en múltiples zonas del país el estudio de este tipo de materialidad que en muchas ocasiones no era el eje central de las investigaciones arqueológicas. A partir de un detallado relevamiento en terreno y estudio posterior, fue organizando el amplio conjunto de datos que manejaba dentro de lo que es una de las tareas esenciales en arte rupestre, pero también una de las más complejas: su ordenación cronológica cultural. Definió estilos y secuencias, las que, si bien pueden hoy en día y a futuro ser reevaluadas, son, sin duda alguna, la piedra angular para cualquier trabajo sobre el tema, pues en ellos se abren en muchos casos los primeros caminos, que son siempre los más difíciles. La titánica tarea de Don Hans se constituye hoy en día posiblemente en el esfuerzo más amplio y sistemático por abordar este tipo de registro en el país.

Y creo que es el trabajo en arte rupestre, el que él mismo definió como el trabajo de su vida, donde se puede visualizar de forma clara lo que implicó Don Hans, pues a través de él no sólo dio cuenta de la variación del registro arqueológico a nivel nacional, y fue capaz de manejar la información dispersa a lo largo del país, comparando y relacionando diseños entre diferentes zonas, sino que trabajó hasta los últimos días de su vida, ya sea en campañas en terreno o en gabinete, a partir de una experiencia humana de la arqueología, siempre acompañado por la señora Selva, ya sea en una terraza fluvial, ya sea en una cima de cerro. Don Hans siempre tuvo la intención, la pasión y la fuerza para estar donde estaba el arte rupestre, independiente de las limitaciones del entorno o de su propio cuerpo con el paso de los años. Su compromiso y pasión traspasan las dificultades del relieve en pos de un objetivo mayor: la arqueología y el conocimiento del pasado.

Recuerdo que durante el Taller de la Cultura Aconcagua, celebrado a mediados de los 90, Florence Constantinescu exponía los resultados de una prospección en la alta cordillera andina de Chile central, muy próxima a la frontera y un lugar de difícil acceso. Estaba en ello, describiendo los sitios y su localización, cuando Don Hans la interrumpe para hacerle una pregunta: si ella se refería a un sitio que estaba en un punto X o Y de tal lugar, pues él recordaba haberlo visto cuando anduvo por esos lugares hacía ya varios años. Esa pregunta fue para mí la contrastación de mi sospecha y creo que es lo que resume la vida de Don Hans: el saber que estemos donde estemos en terreno, sean los lugares más apartados de este país, existe una probabilidad muy alta y cierta que Don Hans ya haya estado ahí hace muchos años haciendo arqueología, cuando no había facilidad de camionetas ni caminos de dos vías ni siquiera caminos pavimentados o electricidad, estaba ahí sólo motivado por el afán del conocer y la pasión por la arqueología. Creo que a través de esa experiencia de vida Don Hans encarna lo que es la Arqueología y hacer Arqueología. Por ello, el mejor homenaje a realizarle pienso que es en ese mismo lugar, el terreno; por un momento detenernos en la vorágine científica de la campaña para saludar a él y sus vivencias, sabiendo que posiblemente hace años o décadas, Don Hans estuvo ahí o en sus cercanías, y que hoy rondan aún por tales espacios las experiencias de sus antiguas campañas, junto a su carpa, una fogata nocturna y conversaciones que construyeron parte de los fundamentos de nuestra prehistoria.

Querido Hans Niemeyer, testimonio de Victoria Castro

Me he resistido a escribirte desde que se te ocurrió irte de este mundo en la primavera de 2005. Supimos de esta partida lejos, cuando con Varinia Varela, Patricio Núñez, Carlos Aldunate y los alumnos de la U que nos acompañaban, estábamos en Cobija. Comíamos en ese instante de las delicias del mar Pacífico que tanto amabas; siempre tú caminante entre el mar y la cordillera, señor de estas tierras australes del mundo, señor de la comprensión de la naturaleza, pionero de los paisajes culturales, tú que como nadie supo comprender que razón y sentimiento se encarnaban como conocimiento en la gente. Brindamos por ti con la tristeza de tu partida.

Al día siguiente te hicimos un sencillo homenaje al redescubrir el petrograbado de Gatico en donde podíamos reconocer la enseñanza de tu análogo de Las Lisas. Que profundidad con la que nos acompañas día a día, si lo difícil es escribirte, porque quisiera volver a verte en todos los planos de la existencia, en todos los intersticios de la vida en que te has quedado prendado y yo prendada de tus enseñanzas.

Un día hace mucho tiempo te sorprendiste hasta las lágrimas (siempre aprecié tu humildad y tu emotividad), cuando recibiste una tarjeta de saludos de fin de año, en donde te nombraba como maestro.

Cómo no hacerlo si tuviste la sensibilidad de enseñarnos con enorme cariño y pasión todo lo que tú aprendiste, siempre alegre, siempre con el detalle de la experiencia, que no necesita de un libro ni de una teoría, porque todo está ahí, en esa completitud de la enseñanza del maestro. En estos días, que remito algunos de los escritos y algunas clases a comentar los temas de sociedad y naturaleza entretejidos, te recuerdo casi cotidianamente.

Probablemente me fasciné primero con tus conferencias, tan vívidas, tan inmensamente generosas. Ya te queríamos, ya estabas instalado en nuestras vidas y, por cierto, en mi familia.

Después vino la formalidad de la formación obligatoria en topografía que tú nos enseñabas. Confieso que la sufrí y la pasé Pero sobre eso se imponía tu visión de naturalista pleno, con el complemento de tu amigo y compañero Virgilio. Tú nos impregnabas de vuestros quehaceres, con inmensa admiración por el Dr. Schiappacasse. Contigo caminábamos por el valle de Camarones, subíamos a los portezuelos del Norte Chico, nos extendíamos hasta la Patagonia, donde nunca dejaste de alabar estas tierras, porque conociste a tu Selva. Y ella, tu compañera, fue también compañera nuestra en reuniones, congresos y terrenos.

Hans, cómo no recordar tu rigurosidad y seriedad al levantar como nadie la Sociedad Chilena de Arqueología que nos cobija hasta ahora. Tú eres el Cobijo, estás en los inicios de todo, con una actitud de generosidad y humanidad ejemplar incomparable, Hans, alegría de vivir. 

Homenaje al ing. prof. Hans Niemeyer Fernández (1921-2005), testimonio de Lautaro Núñez A.

El fallecimiento de Hans aunque esperado por su avanzada edad fue sorpresivo puesto que en nuestro imaginario generacional siempre él estaba allí, cumpliendo roles llenos de significado y disciplina que lo involucraron con los inicios científicos de una primera arqueología hecha en Chile. No es fácil descubrir en América Latina una vida entera dedicada a las investigaciones de terreno desde una perspectiva tan intensa que incluyó complejas y verdaderas expediciones a lo largo del país y sus vínculos con las ciencias naturales, hacia el reconocimiento de la diversidad prehistórica del país. Toda su obra está reflejada en la totalidad de los eventos científicos ocurridos en el país desde la década de los cincuenta hasta el presente, incluyendo sus incontables publicaciones que lo distinguieran en nuestro ámbito académico, siempre al servicio de la comunidad científica, exponiéndose tantas veces al debate de sus pares. En un momento en que existían escasísimas publicaciones arqueológicas en Chile, sus artículos con descripciones cuidadosas eran modelos a seguir cuando la docencia antropológica aún no se iniciaba en los claustros universitarios. Marcado, así, por su carácter pionero, sus contribuciones se sucedieron en el tiempo hasta sus últimos momentos, siempre preocupado por publicar todas sus notas provenientes de innumerables viajes sea como contratista, asesor, consultor, académico, en fin, por causas tan diversas que se unían en un objetivo común: explorar, registrar y excavar para su "ciencia adoptada" y esencial.

Para una exhaustiva y futura biografía de Hans he seleccionado algunos testimonios que lo ilustran en materias tan disímiles entre sí. Por el año 1962 me reuní en su particular oficina de la calle Ahumada, que más que un estudio de ingeniería era un laboratorio de arqueología tutelado por su dibujante "privado" y su secretaria-sobrina Hilda Niemeyer. Allí lo sorprendí editando la "Revista Universitaria" de la Academia Chilena de Ciencias Naturales, financiada por la Pontificia Universidad Católica. Me explicaba la importancia de jerarquizar a los grandes naturalistas que aún se mantenían vigentes a través de esa heroica tradición científica representada por Gualterio Looser, Luis Peña, Hugo Gunckel, Rafael Barros, Nibaldo Bahamondes, entre otros. Esto explica que varios anexos de los estudios de Hans provienen de estos especialistas, con quienes compartió una gran amistad al editarles sus aportes con su particular acuciosidad, creando las condiciones absolutamente amables para que los primeros estudios arqueológicos tuvieran en los Anales su órgano casi oficial de difusión, cuando no existía ninguna revista especializada en nuestras disciplinas. Su dedicación a estos emprendimientos editoriales lo destacan hasta el final de sus días y es lejos otro de los atributos más valiosos que se sumaron a su porfiada inclinación hacia una permanente arqueología de campo. Definitivamente, sus manos eran de un arqueólogo genuino, de aquellos que saben caminar, comer, beber, dormir, manejar, cocinar, excavar, publicar y amar, al margen de las ansias desesperadas de poder. Su aporte a la arqueología chilena fue una de las más fecundas en cuanto todo lo que vio lo transformó en sus típicos artículos descriptivos con esa formalidad heredada de sus ancestros y por cierto de la ingeniería que lo llevó a ser quizás el único arqueólogo conocido con mapoteca propia derivada de su pública obsesión por llevar a cabo sus célebres levantamientos topográficos. Por cierto, compartimos un largo terreno a raíz de las excavaciones en Tagua-Tagua, donde me permití acercarme al legendario binomio Niemeyer-Schiappacasse. Sin ellos no podría entenderse el tránsito de la arqueología chilena hacia una disciplina científica. Por fin, interactuamos juntos después de tantos años de amistad y ciencia por "separado". Ahora, entre mastodontes y empanadas "caldúas" tocar esta leyenda viva fue una oportunidad única. A los atributos de Hans, el médico Virgilio puso su arqueología de "quirófano", esto es, el análisis instrumental teórico y metodológico para resolver problemas concretos. Así, mientras Hans se enrabiaba con los alarifes, siguiendo la cota en la cuenca de Tagua-Tagua y Cuchipuy, Virgilio, sobre el piso de faenamiento finipleistocénico, obtenía muestras representativas de sedimentos para identificar microastillamientos de la industria lítica Ambos tenían la libertad académica para decir en poco tiempo juicios de valor francamente demoledores; ambos cerraban los ojos en los debates como si durmieran para confundir a la audiencia, con observaciones instantáneas y "misilísticas". Ambos hacían gala de una exquisita sensibilidad como el apoyo absoluto que le otorgaron al joven Julio Montané, en sus tiempos heroicos que solo él sabe y recuerda. Ambos se complementaban hasta en las discordias en donde Virgilio solía soltar a su histriónico genovés oculto, mientras que Hans se protegía tras su carácter de panzer prusiano, en veladas memorables arbitradas por la neutralidad de Rodolfo Casamiquela.

Por otra parte, recuerdo aquel día 13 de enero del año 1963 cuando compartíamos por azar la última corrida de asientos entre los 13 participantes del Primer Congreso Nacional y Segundo Internacional de Arqueología, en las dependencias del Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama. Había que entregar, nos decía el R.P. Gustavo Le Paige, sugerencias por escrito sobre cómo optimizar estos encuentros, que, en verdad, ya se habían iniciado en Arica, a través del primer Encuentro de Arqueología Internacional, patrocinado por el Museo Regional de Arica. De inmediato le comenté sottovoce que sería importante, siguiendo el modelo de las sociedades científicas de ese entonces, proponer la creación de una Sociedad Chilena de Arqueología: "algo así como la Academia de Ciencias Naturales, con reuniones periódicas y su respectiva publicación" Fuera de duda, yo estaba impactado por su labor como Editor Científico, desde ya apoyado por Virgilio con quien compartía una vieja amistad Su respuesta me impresionó por su precisión gestual. Fue un sí con todo el rostro indicándome con la mano que cortara un trozo de papel oficio donde anotaba mis observaciones del evento. Allí escribió la propuesta con nuestros nombres, la que fue leída por Carlos Munizaga y aprobada por unanimidad. Su activa participación en la constitución y consolidación de la Sociedad Chilena de Arqueología fue decisiva para impregnar el destino de lo que llegaría a ser un instrumento de comunicación y perfeccionamiento científico, única en Sudamérica, al mantener hasta hoy su secuencia de 17 Congresos con sus respectivas actas debidamente editadas, desde el año 1961 hasta ahora.

Hans había dispuesto su ideario científico por sobre la vida cotidiana y política y era tan devoto de su quehacer que sentía que nada ni nadie le podría alterar su percepción de "hacer" ciencia, ni siquiera la irracionalidad de una dictadura desatada a la que en principio no le otorgó ninguna trascendencia, a diferencia de sus amigos más cercanos que sabíamos del advenimiento del holocausto. Esto explica que a pocos días del golpe militar se acercara a Antofagasta, convocado por el geólogo Guillermo Chong, quien acababa de descubrir las pinturas del Médano. Guillermo había preparado una expedición entre los tres Ambos entendieron mi excusa, puesto que el control militar hacia el sur nos podría complicar el paso en momentos en que las radios anunciaban las así llamadas "listas negras". Hans y Guillermo lo hicieron, volviendo en estado de encantamiento. A los años me incorporé a este estudio de Hans. Había prevalecido de nuevo su imperiosa y urgente necesidad de reconocer esas maravillas de la quebrada del Médano. Al respecto, se ha comentado que Hans favoreció a varios amigos comunes que de uno u otro modo se vieron involucrados con las persecuciones y martirios de los primeros años de la dictadura. Allí, en el Médano comentamos este tema y su respuesta lacónica lo refleja en esa acción propia de su conducta: "¿y qué otra cosa podía hacer?" Es cierto que solía emprender acciones inesperadas como preparar una expedición bajo un estado de guerra. Pero ya algo antes del golpe militar estuvo en el centro de otra performance insólita. Resulta que el gerente de la Editorial Quimantú, el senador Chelén, se había interesado en publicar una obra de arqueología que mostrara el pasado indígena en el desierto tarapaqueño para contrastarlo con lo conocido en la Puna de Atacama. Fue así que nuestro manuscrito "El Valle de Tarapacá: 10 Mil Años de Historia" ingresó a talleres de la más temida Editorial Quimantú de la Unidad Popular. Por cierto, Hans lo sabía, y en un acto casi suicida ingresó allí cuando se sacaba a una pira monumental, en carretillas, todo lo que tanto había irritado a la oposición cívico-militar a lo largo de todos los quioscos de Chile Su descripción del cómo logró sustraer ese manuscrito en su eterno maletín de cuero, entre saludos respetables y prisioneros con las manos en alto, lo demuestra en el perfil de un "justiciero", toda vez que había una edición por medio a punto de ser eliminada. Eran esos gestos casi insensatos que lo cubrieron de fama y aventura en reiteradas oportunidades de su vida, tantas que Selva, su definitivo alter ego y compañera total, podrá recordar estas riesgosas y ahora sabrosas acciones de Hans. Claro, esta obra será editada como si fuera un "Moisés" salvado de las llamas, con un homenaje al amigo inolvidable. Hans siempre vivió abrazado a la inseparable "enredadera" de "su" Selva, puesto que sin ella se habría perdido para siempre sin ese rumbo norte necesario, con riesgo a desnivelarse sin altura de mira En este largo peregrinar su taquímetro mantiene hasta ahora los secretos que caen con él, a plomo, hacia el mismo centro de la tierra.

Selva y Hans, su hijo Geólogo por excelencia, su hija, y tantos descendientes y amigos comunes, tendremos el tiempo para recordarlo siempre vivo, apegado a las memorias, porque solo así quien nos dio tanto tiene el derecho a no ser olvidado jamás...