jueves, 25 de abril de 2013

Recuerdos de Alfonso Calderón

Alfonso Calderón en La Serena época en que
se desempeñó como docente en nuestro liceo.





Presentación Libro Corporación Cultural Las Condes.


Alfonso Calderón junto al poeta Jorge Teillier

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Imágenes tomadas de Cartas y Carteras.


Recuerdo de Alfonso Calderón por Jilberto Molina




DON ALFONSO.

A las 10 de la mañana del 11 de agosto de 2009, con Fernando Arriagada, Peté, Alfredo Apey y Andrés Nazer estuvimos presente en la casa central de la Universidad Diego Portales rindiendo con nuestra silenciosa presencia un homenaje de afecto y reconocimiento a don Alfonso; Ricardo, Marcelo, Galvarino y otros liceanos estuvieron antes o después; asistíamos al velorio de nuestro exprofesor de Castellano y posteriormente gran amigo, don Alfonso Calderón Squadritto en la década del cincuenta, en nuestro amado LICEO DE HOMBRES DE LA SERENA; él, con gentileza nos distinguió con su cara amistad. 

No escribiré sobre su trayectoria. Ya se ha escrito sobre ella. Éstos, más bien son recuerdos personales. 

Alfonso Calderón Squadritto

Alfonso Calderón Squadritto.
Imagen tomada del blog Animal Cautivo.

Alfonso Sergio Calderón Squadritto (San Fernando, 21 de noviembre de 1930 – Santiago, 8 de agosto de 2009) fue un poeta, novelista, ensayista y crítico, Premio Nacional de Literatura de Chile en 1998.

Realizó sus estudios en los liceos de Los Ángeles, de Temuco y en el Internado Nacional Barros Arana, y se diplomó en el Instituto Pedagógico de laUniversidad de Chile en 1952.

Después de desempeñarse como profesor de castellano en el Liceo de Hombres de La Serena (1952-1964), regresó a Santiago para enseñar en el Instituto de Literatura Chilena de la Universidad de Chile; fue también profesor de redacción en la Escuela de Periodismo de esa universidad, director de la Escuela de Periodismo de la Católica, profesor de expresión escrita en la Andrés Bello; de literatura en la Academia Diplomática del mismo nombre y de redacción en la Chile y en la Miguel de Cervantes.

lunes, 22 de abril de 2013

Colección Literaria Julio Vicuña Cifuentes (1865-1936)

Por Raúl Silva Castro

La historia de la literatura es muerte y resurrección. Llena está de nombres que comenzaron a vivir la vida del arte sólo una vez que sus poseedores abandonaron el mundo, y de otros, halagados un día por la fama más estentorea, sobre los cuales sólo la linterna del investigador proyecta de cuando en cuando una luz esquiva y de soslayo. Y llena está, sobre todo, de poetas a los cuales sus contemporáneos quisieron y admiraron, pero no tanto como habría de admirarlos la posteridad.

Don Julio Vicuña Cifuentes, el poeta chileno, pertenece al primero de estos últimos. Su obra es breve -por lo menos en el terreno poético-, pero de excelente calidad. Los hombres que le vieron producir le aplaudieron, sin duda, y para su obra mostraron una acogida placentera, cuando no entusiasta. Bastó que muriera, empero, para que comenzaran a revelársenos algunos caracteres ocultos yo no suficientemente estimados de sus versos. Hoy, al cabo de pocos años de su fallecimiento, le admiramos con encendido entusiasmo y no vacilamos en ponerle como uno de los líricos chilenos más representativos de todos los tiempos.

Tres buscadores de la chilenidad: Lenz, Laval y Vicuña Cifuentes

Por Manuel Dannemann

La relación semántica de chilenidad con cultura chilena o con lo chileno es obvia, en cuanto a la delimitación de un contenido étnico sociocultural, pero la naturaleza fundamental y particular de la chilenidad consiste en una fuerza tradicional viva en conductas propiamente comunitarias, cohesionantes, de sistemas de especificidad local, que surgen a través de la práctica de funciones básicas habituales, como uso de creencias, juegos, medicaciones, consumo de alimentos, producción de artes y artesanías, del más alto sentido de identidad. Esta instancia de la chilenidad es afín con el comportamiento folclórico, en su significado antropológico estricto, como lo ha propuesto el autor de este artículo en varios de sus estudios publicados, cuya lectura crítica permite hallar elementos de discusión correspondientes a la materia en referencia (Dannemann, 1995:28; 2005: III – 119; 2007: 47-56).

A mediados del siglo XIX, la chilenidad así descrita, que con potencia emergente en un proceso de mestizaje, comenzaba a formar y a explicitar como nunca antes la fisonomía de un país, sorprendió y atrajo a ilustres extranjeros y nacionales, como al alemán Juan Mauricio Rugendas, quien nos dejara dibujos y pinturas muy fielmente representativos, descollando los del vestuario de ese entonces; al argentino Domingo Faustino Sarmiento, testigo y autor de relatos testimoniales de esa época; a los que bien puede añadirse el chilenísimo José Zapiola, músico y cronista de cantos y danzas; autor del himno marcial más conocido como La Canción de Yungay, que exalta el triunfo obtenido por el ejército de Chile en la ciudad peruana del mismo nombre el año 1839, en la guerra con la Confederación Perú-Boliviana. Aproximadamente cincuenta años después de lo que fuese una atracción de asombro y de descubrimiento, empezó a convertirse en un trabajo sistemático de estudio y de difusión de bienes culturales, cuya caracterización los denominaría folclóricos o populares, o tradicionales, y que contase con el estímulo de la acción de la Sociedad de Folklore Chileno, la primera en América Latina, creada por Rodolfo Lenz el año 1909, con la compañía fundacional y la decidida participación de Enrique Blanchard-Chessi, Agustín Cannobio, Eliodoro Flores, Maximiano Flores, Ricardo E. Latcham, Ramón A. Laval, Antonio Orrego Barros, Julio Vicuña Cifuentes y Francisco Zapata Lillo.

Una hora con Julio Vicuña Cifuentes

Julio Vicuña Cifuentes
Imagen tomada de Memoria Chilena

Crítica aparecida en El Mercurio el día 16 de enero 1927.

Un nuevo libro de don Julio Vicuña Cifuentes es un acontecimiento literario que no puede pasar inadvertido. El poeta de “La cosecha de otoño”, el folklorista, el historiador, el tratadista, ha enriquecido la lista de sus obras con un nuevo volumen en que se leen sus discursos académicos y de circunstancias. “He dicho” se titula este libro elegantemente editado por Nascimento, y su título no obedece solo al propósito de señalar en forma breve y gráfica su contenido. Envuelve también la intención que anima al autor de no pronunciar nunca más una oración… “Soy el académico que ha pronunciado más discursos –nos dice- y también el hombre que ha servido más veces de jurado en concursos. No quiero volver a hacer un nuevo discurso ni aceptaré otra vez servir de jurado”. 

Pero estos propósitos del señor Vicuña posiblemente que [sean] frustrados. Su posición central en nuestra literatura –comprendido y respetado por los jóvenes, el señor Vicuña merece también el aplauso y la consideración de los más antiguos y venerables escritores chilenos- lo hace ser requerido por unos y otros, ya para ofrecer una fiesta intelectual, recibir un académico o miembro de Facultad, ya para decidir sobre el mérito de las composiciones enviadas a un certamen. 

Julio Vicuña Cifuentes

Julio Vicuña Cifuentes
Imagen tomada de Esefarad.com/

Escritor chileno, nacido en La Serena en 1865 y muerto en 1936. Fue Profesor de Literatura Española y se dedicó con preferencia a la investigación del folklore chileno. 

Fue fundador de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía y de la Sociedad del Folklore Chileno y miembro de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua.

Jorge Peña Hen en imágenes



domingo, 14 de abril de 2013

Antonio Alfonso Cavada

Antonio Alfonso Cavada.
Imagen tomada de Historiapolitica.bcn.cl

Nació en La Serena el 5 de noviembre de 1825, hijo de Manuel Alfonso Rodríguez y Agustina Cavada Meléndez. Casado el Ovalle el 2 de febrero de 1864 con Jacoba Muñoz Cristi, 8 hijos. 

Estudió en el Liceo de La Serena alumno destacado de la cátedra de química y mineralogía bajo la dirección de Ignacio Domeyko en el mismo liceo desde 1840. Titulado de Ingeniero en Minas en 1842; posteriormente amplió sus estudios en Francia. 

Galería de imágenes relacionadas con Ignacio Domeyko

Todas las imágenes están tomadas de internet con el sólo afán de promover el conocimiento del legado de grandes hombres, si esto es inconveniente se agradece contactarse y la imagen será retirada...





Historia científica de Los Andes. Don Ignacio Domeyko (1802-1889)

Ignacio Domeyko
Imagen tomada de Wikimedia Commons.

Por Zdzisław Ryn

Introducción

Aunque ya pasaron más de 160 años de la llegada de Ignacio Domeyko a Chile, aún no se conocen todas las áreas de sus actividades. Una de ellas es su carrera como explorador de Los Andes y como andinista. Escalar las montañas, subir a los cerros y volcanes, penetrar y explorar los valles, quebradas y ventisqueros, fue para él un método para realizar sus investigaciones y estudios científicos: geológicos y mineralógicos. 

Domeyko, fascinado por la extraordinaria belleza del paisaje montañés y cordillerano, dedicó mucho tiempo a explorar secretos geológicos, geográficos y topográficos de Chile. Tomando en cuenta la época de sus actividades, se transformó en uno de los pioneros del andinismo chileno y polaco y uno de los exploradores científicos de esta cadena de montaña. Aunque contratado exclusivamente como docente, para iniciar la enseñanza del conocimiento de la minería y mineralogía a los jóvenes estudiantes, Domeyko realizó una gran obra de exploración geológica y mineralógica en el terreno, especialmente en la zona de montaña y desierto.

Sus conocimientos de ingeniería de minas le sirvieron en su nuevo trabajo, donde se descubrió que tenía alma de profesor, de académico, la curiosidad del investigador científico y la resistencia de un atleta para recorrer miles de kilómetros a caballo por el Desierto de Atacama y la Cordillera de Los Andes.

Ignacio Domeyko padre de la minerología

Ignacio Domeyko

Una vez hechos los contactos con el enviado chileno, Ignacio Domeyko viaja a La Serena, desechando otras ofertas de trabajo que ya tenía. Domeyko tuvo que sortear la Cordillera de los Andes para poder llegar a Chile, atravesando el llano de La Calavera, llegando finalmente al valle del río Juncal y pernoctando en Ojos de Agua, cerca de Guardia Vieja. Finalmente llegaron a La Serena el 3 de junio de 1838, habiendo salido de París el 31 de enero del mismo año. 

Todavía no finalizaba 1838 y Domeyko ya comienza a montar la escuela técnica de La Serena, en la cual impartió ramos de química y física experimentales, para más tarde incorporar la metalurgia, mineralogía y geología, formando así a la mayoría de los profesores que luego enseñaron en las escuelas de minas de La Serena y Copiapó.

Durante sus periodos de vacaciones, don Ignacio realizaba excursiones geológico-mineras a la región de Atacama, particularmente a Copiapó, ya que sus recientes descubrimientos de yacimientos de plata eran sin duda, una tentación muy grande. Y así recorrió los otrora grandes minerales que dieron prestigio y riquezas a todo Chile: Chañarcillo, Tres Puntas, Chimberos, Punta del Cobre y muchos más, de los cuales recolecto sus mejores minerales y los donó al Liceo de La Serena, a la Escuela de Minas de París y a la Universidad de Krakow en Polonia. 

Ignacio Domeyko en La Serena (1838-1846)

Ignacio Domeyko.
Imagen tomada de Ecured.

Por: Claudio Canut de Bon, Antonio Carvajal.

El estudio de la vida y obra de Ignacio Domeyko en Chile suele tener una visión centralizada en Santiago, con referencias superficiales, y muchas veces inexactas, de su trabajo inicial como profesor e investigador científico en La Serena, capital de la antigua provincia de Coquimbo, entre 1838 y 1846. Fueron sus primeros ocho fructíferos años de los cincuenta que vivió en Chile.

Cuando Domeyko aceptó viajar a Chile, desde Francia, con un contrato de trabajo como profesor de química y mineralogía, fue porque se sentía preparado para desempeñar el cargo. Su preparación científica se había iniciado en la Universidad de Vilnus, en la capital de Lituania, país báltico donde nació (actualmente Bielorrusia Occidental). El gran Principado de Lituania estaba anexado al Reino de Polonia, por lo cual Domeyko siempre manifestó que era polaco. La universidad indicada tenía una antigüedad de casi tres siglos en la época en que él recibió su licenciatura en ciencias y matemáticas en 1822, preparándose para ser ingeniero. Los acontecimientos políticos de la época lo obligaron a recluirse en el campo. En 1831 el espíritu de libertad de los polacos los impulsó a iniciar su lucha contra los rusos. Desdichadamente no tuvieron éxito y los que lucharon tuvieron que partir al exilio, entre ellos Domeyko. Así llegó a París donde se dedicó al estudio de las ciencias, entre ellas la geología, rama del conocimiento que recién nacía. Su interés fue captado por su profesor Elie de Beaumont, amigo de los polacos, y él lo impulsó y facilitó la inscripción a la Escuela de Minas de París, de la cual egresó como ingeniero de minas. Sus estudios abarcaron la Docimasia (análisis químicos), Geología, Explotación de Minas, Mineralurgía (fundición de minerales). Como puede verse, su preparación profesional técnica de tres años de estudios era amplia, según el diploma recibido el 1 de agosto de 1837 de mano de L. Cordier, Inspector General de Minas y Vicepresidente del Consejo de la Ecole Royale des Minas. 

Ideas de Ignacio Domeyko.

Ignacio Domeyko
Imagen tomada de Wikimedia Commons

Por Ryszard Schnepf

Es particularmente difícil contestar a la pregunta de porqué existen tantas lagunas en torno a la persona de Ignacy Domeyko, hombre que dio fama al pensamiento polaco, no sólo en Chile, lugar donde desarrollo su actividad, sino también en casi toda Europa. Aunque la figura de Domeyko estaba unida, sobre todo, a la actividad científica y social de Chile, también fue relacionada indisolublemente con una serie de grandes acontecimientos pasados de Polonia. Con todo, resulta vano buscar una biografía histórica en el sentido estricto de la palabra. La observación anterior, se hace más patente por existir una gran herencia de Domeyko en forma de amplio material de carácter memorial, numerosa correspondencia a sus amigos, y una serie de artículos y trabajos en los campos de: mineralogía, geología, botánica, física, química, metalurgia, paleontología y geografía.

Toda esta obra, aunque de gran valor para cada historiador (no sólo para el que se ocupa de Domeyko) no ha llegado a ser totalmente aprovechada.